Las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia
Mirada de la Madre Marie-Léonie sobre la Sagrada Familia
«¡Gloria a Jesús! ¡Amor a María! ¡Confianza en José!»
Madre Marie-Léonie Paradis
La Sagrada Familia, una devoción popular en Canadá
En los tiempos de juventud de Alodie-Virginie Paradis, era frecuente ver una imagen de la Sagrada Familia adornando la pared de una casa. Esta devoción popular ha permanecido en el corazón de muchos católicos, que han crecido recordando este cuadro que tantas veces contemplaron en la casa de su infancia.
No es sorprendente, pues, que la fundadora de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia se hubiera inspirado en Jesús, María y José para la realización de su obra, sobre todo porque los valores transmitidos por la vida de la Sagrada Familia de Nazaret correspondían a la misión de su Instituto.
La Sagrada Familia, fuente de benevolencia
«Todas unidas en el corazón de Jesús, de María y de José.»
Madre Marie-Léonie expresaba a menudo su deseo de reunir a los miembros de su comunidad en el corazón de Jesús, de María y de José. A sus santos patronos confió su grupo de religiosas y sus intereses espirituales y temporales, confiando en que obtendrían protección, auxilio y éxito.
Invitó a sus compañeras a invocar a la Sagrada Familia «a menudo, sobre todo en las dificultades y embarazos». Ella dijo: «En todas las pequeñas molestias que se encuentran por todas partes en la vida, trabajarán valientemente bajo la mirada de Jesús, María y José, ofreciendo todos sus pequeñas penas, trabajos, sufrimientos, en unión con los de nuestro buen Salvador.»
La Sagrada Familia, una presencia diaria
Madre Marie-Léonie aconsejaba: «Ofrezcan su trabajo a Dios cada mañana con esta pequeña oración.»
«Jesús, María, José, les dedico cada momento de mi día.»
Desde su infancia, la Madre Marie-Léonie solía invocar a la Sagrada Familia, tanto para las pequeñas cosas de la vida como para los acontecimientos importantes. De niña, pedía a la Santísima Virgen que encontrara un objeto perdido para su madre. Más tarde le confió las vocaciones de las jóvenes que se unieron a ella. Pidió a San José diversos favores, e incluso le encargó de la construcción de la casa madre de su Instituto como arquitecto principal. Por último, se apoyó en Jesús para derramar las bendiciones de Dios sobre todas sus Pequeñas Hermanas, pero también sobre las familias y otras congregaciones.
Este gran cuadro fue pintado por una religiosa Adoratriz de la Preciosa Sangre de Sherbrooke y regalado al Instituto de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia en 1907, año de las bodas de oro de profesión religiosa de la Madre Marie-Léonie.
La Madre Marie-Léonie transmitió a sus Pequeñas Hermanas su ferviente devoción a la Sagrada Familia. Haga clic aquí para descubrir cómo las generaciones de religiosas que la sucedieron en el Instituto llegaron a decir, como su fundadora: